EUPJ Torah

Vayechi – Español

Ten Minutes of Torah

Reunidos para el futuro

por Rabina Lea Mühlstein (traducción por Renata Steuer)
«Jacob llamó a sus hijos y dijo: “Reuníos, para que pueda deciros lo que os sucederá en los días venideros. Juntaos y escuchad…”» (Gén. 49:1–2)

Al final del Génesis, el enfoque narrativo se amplía. Tras un libro marcado por rupturas y reconciliaciones, el acto final de Jacob en la parashá Vayejí no consiste en bendecir a cada hijo por separado, sino en convocarlos a todos juntos. El doble mandato, he’asfu («juntaos») y hikavtzu («reuníos»), señala un giro decisivo. El futuro del pacto no será llevado adelante por héroes solitarios, sino que será forjado por un pueblo que aprenda a permanecer codo con codo, incluso cuando sus historias, temperamentos y destinos diverjan.

Las palabras de Jacob no son predicciones en el sentido moderno. Son asignaciones. Cada hijo recibe una tarea configurada por su carácter, sus fortalezas y sus fallos. Sus futuros son distintos, desiguales e imperfectos. Sin embargo, el sentido de este momento no reside en la individualidad de las bendiciones, sino en el horizonte que comparten. Los hijos deben escuchar el destino de los demás para comprender el propio. Jacob no les ofrece un mapa, sino una responsabilidad colectiva que solo puede asumirse juntos.

Esta escena guarda una profunda conexión con la realidad actual del judaísmo progresista europeo. A lo largo de mis reflexiones sobre el libro del Génesis, hemos recorrido un continente marcado por la diversidad y la interrupción. Algunas regiones atravesaron la devastación; otras, el ocultamiento; otras, la represión; y otras, una renovación valiente. Ninguna de estas historias fue idéntica, pero todas describen comunidades que reconstruyeron la vida judía a partir de relatos fragmentados. Como los hijos de Jacob en la parashá Vayejí, las comunidades judías europeas surgieron de pasados diversos, pero hoy se enfrentan a la misma pregunta: ¿qué viene después y cómo lo construimos juntos?

La poeta judía germano-sueca Nelly Sachs, que escribió desde las llamas de la destrucción europea durante el Holocausto, expresó con claridad contundente el trabajo de forjar el futuro de manera colectiva. En uno de sus poemas de guerra escribe: «Caminamos hacia el futuro llevando los pies heridos del pasado». Es la imagen de un pueblo reunido desde senderos dispersos, marcado por heridas y, aun así, en movimiento. Sachs no glorifica el sufrimiento; reconoce su peso. Pero su visión no es resignada. Para ella, caminar hacia el futuro es un acto de elección moral, un compromiso con la vida después de la catástrofe.

Ese compromiso ha definido al judaísmo progresista en Europa durante décadas. En todo el continente, las comunidades se reconstruyeron no borrando el pasado, sino negándose a permitir que este fijara los límites de lo posible. Cada comunidad cargó con sus propios «pies heridos»: el Holocausto, el silenciamiento bajo el comunismo, las herencias del control estatal o de la asimilación forzada, el trauma silencioso de las identidades ocultas. Y, sin embargo, de esas historias surgieron instituciones, liderazgos y congregaciones que insistieron en que el judaísmo podía renovarse de formas abiertas, éticas y accesibles.

Hoy nos encontramos ante un nuevo momento Vayejí. La Europa pos-COVID ha generado una sed inesperada de sentido. Personas que antes permanecían en los márgenes buscan comunidad, estudio y ritual. El aumento del antisemitismo ha llevado a muchos a regresar al espacio judío no por miedo, sino por el deseo de arraigo y solidaridad. Al mismo tiempo, nuevas poblaciones están redefiniendo el paisaje progresista europeo. Israelíes que se trasladan a ciudades europeas aportan expectativas espirituales y fluidez cultural. Comunidades emergentes en lugares como Georgia, Lituania y Chipre reúnen de manera creativa a judíos locales, retornados y recién llegados.

Estos cambios no eliminan los desafíos: la fragilidad demográfica, la inestabilidad política y la lucha persistente por el reconocimiento en varios países. Sin embargo, desde la lógica de la parashá Vayejí, los desafíos no son motivos de desesperanza, sino llamadas a la responsabilidad. Jacob no idealiza a sus hijos; señala sus límites y sus futuros difíciles. Aun así, los convoca, porque la tarea del pacto es mayor que cualquiera de ellos por separado. El futuro de ellos depende de que mantengan viva la determinación de reunirse, escuchar y construir.

Lo mismo ocurre con nosotros. Si el judaísmo progresista europeo desea florecer, no lo hará homogeneizando todas las comunidades bajo un único patrón. Lo hará cultivando una visión colectiva lo suficientemente amplia como para acoger la diferencia. Cada comunidad aporta una herencia singular: un entramado de voces diversas unidas por un compromiso compartido con un judaísmo arraigado en la dignidad, la justicia y la inclusión.

Nelly Sachs nos recuerda que caminar hacia el futuro exige honestidad respecto a las heridas que llevamos y coraje para seguir adelante a pesar de ellas. La parashá Vayejí enseña que la bendición surge cuando nos reunimos, no como un pueblo uniforme, sino como una comunidad dispuesta a imaginar un futuro común. La tarea que tenemos por delante no es perfeccionar nuestras comunidades, sino reunirlas, permitir que sus historias diversas nutran un propósito compartido y construir instituciones lo suficientemente generosas como para sostener a la próxima generación.

El judaísmo progresista europeo continúa entretejiendo sus múltiples hilos en un futuro moldeado por la integridad y la esperanza. Sus congregaciones, ya sean de larga trayectoria o de reciente creación, ofrecen espacios donde la vida judía se reconstruye con cuidado e imaginación. Para quienes viven en Europa y para quienes solo se cruzan con estas comunidades de manera pasajera, este escenario encierra una promesa silenciosa.

Y así, del mismo modo que el libro del Génesis concluye con Jacob bendiciendo a sus hijos, quiero dejarnos una bendición final: que todos los que crucen los umbrales de las congregaciones de Europa, residentes y visitantes por igual, encuentren momentos de conexión y fortaleza. Y que estas comunidades sean siempre una fuente de bendición, ofreciendo renovación, dignidad y un sentido compartido de la posibilidad judía.

More News