EUPJ Torah

Chayei Saraha – Español

Ten Minutes of Torah

Los justos son llamados vivos incluso en su muerte

por Rabina Lea Mühlstein (traducción por Renata Steuer)
«La vida de Sara fue de ciento veintisiete años: tal fue la vida de Sara.» (Génesis 23:1)

La sección que anuncia la muerte de Sara se llama Jayei Sara, “la vida de Sara”. El paradoxo es deliberado. La Torá quiere que nos preguntemos qué significa que una vida continúe incluso después de la muerte.

El Talmud, en Berajot 18a, enseña: “Tzadikim b’mitatam kru’im jayim” — “los justos, incluso en su muerte, son llamados vivos”. Sus acciones siguen generando vida; su visión continúa inspirando a otros. Ser llamado “vivo” en la muerte significa haber construido algo que trasciende los propios años.

Sara es recordada no solo por su fe personal, sino por haber establecido el modelo mismo de la vida en pacto. Ella formó el hogar que se convirtió en ejemplo para el pueblo judío: arraigado, dinámico e imperfecto, pero guiado por un propósito moral y espiritual. Su risa, su lucha por la justicia y su asociación con Abraham siguen resonando. Su historia termina, pero su influencia no. Jayei Sara —la vida de Sara— significa una vida que sigue viva.

A lo largo de la historia judía, ciertas figuras personifican esta misma cualidad, permaneciendo vivas a través de las instituciones, ideas y comunidades que forjaron. Una de esas pioneras fue Lily Montagu (1873–1963), fundadora del Judaísmo Liberal en el Reino Unido junto con Claude Montefiore y el rabino Israel Mattuck.

Montagu, nacida en el seno de una distinguida familia anglojudía, se convirtió en una reformadora religiosa y activista social pionera. Fue la primera mujer en predicar formalmente en una sinagoga británica, un acto audaz que redefinió el liderazgo espiritual femenino a comienzos del siglo XX. Su influencia fue mucho más allá del púlpito: defendió la búsqueda de realización espiritual de las mujeres trabajadoras, organizando servicios de Shabat por la tarde para que las jóvenes obreras del West End londinense pudieran participar. Su labor hizo accesible la plegaria judía a quienes antes no tenían espacio para ello en sus vidas.

Sin embargo, la mirada de Montagu trascendió Gran Bretaña. Uno de sus grandes logros fue reunir a judíos progresistas de todo el mundo para crear la World Union for Progressive Judaism (WUPJ) en 1926. En una época en que la autoridad religiosa judía era casi totalmente masculina y tradicional, ella forjó la cooperación internacional entre comunidades Reformistas y Liberales, asegurando que sus ideales compartidos tuvieran una voz y una estructura colectivas. Comprendió que los ideales solo perduran cuando se les da un hogar. Así como Sara y Abraham juntos dieron al pacto un hogar y una descendencia, Montagu se aseguró de que el Judaísmo Progresista tuviera un marco vivo capaz de renovarse generación tras generación.

Su motivación fue tanto espiritual como institucional. En su ensayo de 1899, “Posibilidades espirituales del judaísmo actual”, escribió:

«Desde hace tiempo, entre los judíos ingleses va creciendo una incómoda inhibición, y muchos han expresado, en susurros unos a otros, su insatisfacción con su estado espiritual. […] Seguramente, nosotros, los judíos ingleses, no tenemos excusas para seguir insensibles y en compás de espera. Por nuestro propio bien, debemos revivir el judaísmo y, habiendo reconciliado sus dogmas con nuestra más alta concepción de la verdad y la belleza, permitir que nuevamente nos conecte con el Dios que cuida de nosotros.»

Si Berajot 18a llama “vivos” a los justos porque sus actos siguen dando fruto, entonces nuestros movimientos progresistas forman parte de la continuidad de la vida de Montagu. Las instituciones pueden parecer abstractas, pero son ellas las que fomentan el desarrollo de los espacios donde nuestras comunidades hacen que el judaísmo cobre vida, al infundir espiritualidad y sentido. Las instituciones son el equivalente moderno de la tienda de Abraham: abiertas por todos lados, acogedoras, inclusivas y sostenidas por quienes las habitan.

Hoy, los movimientos mantienen el legado al cual Montagu ayudó a dar forma. En América del Norte, la Union for Reform Judaism (URJ) garantiza que los valores del Judaísmo Progresista se promuevan dentro y fuera de sus congregaciones. Por toda Europa, la European Union for Progressive Judaism (EUPJ) fortalece congregaciones desde Londres hasta Lisboa, y desde Praga hasta París, asegurando que el espíritu de las primeras pioneras y pioneros Liberales y Reformistas siga encontrando nuevas formas de expresión. Cada uno de estos movimientos existe porque personas antes que nosotros se negaron a depender de espacios prestados; en cambio, construyeron los suyos propios. Y solo sobreviven porque nuevas generaciones continúan llenando esos espacios de sentido.

Esta verdad resuena especialmente mientras nos acercamos a 2026, cuando la WUPJ celebrará su centenario. Cien años después de que Montagu y sus colegas se reunieron por primera vez para darle una voz global al Judaísmo Progresista, conmemoraremos no solo la persistencia del ideario que ellos formularon, sino también su renovación. Pues ese mismo año, el Judaísmo Reformista y el Liberal del Reino Unido se unirán en un solo movimiento —un testimonio vivo de la convicción de Montagu de que es necesario que la vida judía sea inclusiva, con principios y progresista. La celebración en Londres, en junio de 2026, no será solo una conmemoración histórica; también nos invitará a renovar nuestro compromiso con el trabajo que mantiene vivos a nuestros movimientos.

Como nos recuerda Parashat Jayei Sara: las instituciones no son monumentos estáticos. Son materializaciones vivas de la fe. Los justos son llamados vivos porque sus valores siguen actuando en el mundo. La vida de Sara continuó en sus descendientes, que llevaron adelante el pacto. La vida de Montagu continúa en cada comunidad judía Liberal y Progresista que abre sus puertas manteniendo el espíritu de su ideario.

Esta continuidad no es automática. Los movimientos y las instituciones sólo siguen vivos cuando las personas los llenan de propósito. Dependen de nosotros y de nuestra disposición a darles tiempo, energía y corazón. La pregunta para nuestra generación es si tomaremos la iniciativa de sostener las estructuras que nos sostienen.

Parashat Jayei Sara nos desafía a garantizar que nuestra fe, como la de Sara, siga siendo una fuerza viva —no nostálgica, sino renovada. La verdadera medida de una vida son las vidas que continúa generando.

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